Versículos:
El les da seguridad y confianza; Sus ojos están sobre los caminos de ellos. Job 24:23
Quién me diera quien me oyese! He aquí mi confianza es que el Omnipotente testificará por mí, Aunque mi adversario me forme proceso. Job 31:35
Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza, Y no mira a los soberbios, ni a los que se desvían tras la mentira. Salmo 40:4
Quién me diera quien me oyese! He aquí mi confianza es que el Omnipotente testificará por mí, Aunque mi adversario me forme proceso. Job 31:35
Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza, Y no mira a los soberbios, ni a los que se desvían tras la mentira. Salmo 40:4
La clave está en la confianza
http://centros3.pntic.mec.es/cp.cisneros/confianza.htm
Todo es cuestión de confianza. Sin ella no podemos convivir. Toda nuestra existencia gira en torno a la confianza/desconfianza en los otros. Al subir a un avión ponemos nuestra vida en manos del piloto. Si cogemos un taxi confiamos en que nos lleve a nuestro destino, por el camino más corto, y que nos cobre lo justo. Cuando nos sentamos a la mesa de un restaurante pensamos, en primer lugar, que los alimentos estarán en buenas condiciones. La solidez de la pareja, de la relación comercial, del grupo de amigos, del equipo de trabajo, de la asociación, del partido político, de las organizaciones y del conjunto de la sociedad se basa, en gran medida, en la confianza que existe entre sus miembros. En el éxito de un grupo juega un papel fundamental la fuerza de la unión de sus componentes, y esta unión es, sobre todo, producto de la confianza. El indefenso recién nacido enseguida experimenta que necesita de los otros, de los adultos. De ellos espera todo. Si le dan calor, si le cubren sus necesidades básicas y afectivas, y si le enseñan apoyándolo, el niño crecerá con confianza en sí mismo y en los demás. Por el contrario, los niños que son reprimidos y castigados de forma arbitraria, aquellos que no sienten el afecto, suelen convertirse en adultos inseguros y recelosos . Cuando el niño intenta sus primeros pasos escuchará de su padre y de su madre palabras de ánimo, de seguridad; expresiones que le transmiten confianza: «no tengas miedo, aquí estoy yo", "adelante, vas bien», «así se hace, estupendo», «no te preocupes, confía en mí». Y, entonces, estimulado y con una sonrisa, comenzará a caminar y verá que al final, en el extremo, se encuentran los brazos abiertos y protectores de sus padres. Las relaciones comerciales se basan en una confianza no defraudada. El buen comerciante lo sabe: un cliente descontento es un cliente perdido y además difundirá su malestar. A medio y largo plazo el engaño no es un buen negocio. La buena imagen de un establecimiento se logra cumpliendo lo prometido, respondiendo a las expectativas, no defraudando. La fidelidad del cliente se logra cuando se satisfacen sus necesidades. El sistema democrático está en crisis cuando los ciudadanos perciben que los dirigentes se preocupan de sus intereses particulares y de partido y no de procurar el bienestar general. La desconfianza en el pueblo vecino provoca que los países se armen, y cuando lo hace uno ya se sabe que el movimiento es siempre en espiral: cuanto más se arma un ejército más se arma el contrario. Cuando iniciamos una relación interpersonal no partimos de cero, el pasado nos influye. El que ha sido engañado anteriormente se acercará al otro con temor, quien ha vivido la honestidad establecerá relaciones más generosas. También es posible que el defraudado reaccione siendo especialmente cuidadoso y exigiendo, a los demás y a sí mismo, un comportamiento impecable. La confianza se gana y se pierde; mejor dicho, se gana poco a poco y se pierde con rapidez, y cuando se ha roto es difícil de reestablecer. La confianza hay que saber administrarla, y es necesario para ello invertir esfuerzo y tiempo.
Todo es cuestión de confianza. Sin ella no podemos convivir. Toda nuestra existencia gira en torno a la confianza/desconfianza en los otros. Al subir a un avión ponemos nuestra vida en manos del piloto. Si cogemos un taxi confiamos en que nos lleve a nuestro destino, por el camino más corto, y que nos cobre lo justo. Cuando nos sentamos a la mesa de un restaurante pensamos, en primer lugar, que los alimentos estarán en buenas condiciones. La solidez de la pareja, de la relación comercial, del grupo de amigos, del equipo de trabajo, de la asociación, del partido político, de las organizaciones y del conjunto de la sociedad se basa, en gran medida, en la confianza que existe entre sus miembros. En el éxito de un grupo juega un papel fundamental la fuerza de la unión de sus componentes, y esta unión es, sobre todo, producto de la confianza. El indefenso recién nacido enseguida experimenta que necesita de los otros, de los adultos. De ellos espera todo. Si le dan calor, si le cubren sus necesidades básicas y afectivas, y si le enseñan apoyándolo, el niño crecerá con confianza en sí mismo y en los demás. Por el contrario, los niños que son reprimidos y castigados de forma arbitraria, aquellos que no sienten el afecto, suelen convertirse en adultos inseguros y recelosos . Cuando el niño intenta sus primeros pasos escuchará de su padre y de su madre palabras de ánimo, de seguridad; expresiones que le transmiten confianza: «no tengas miedo, aquí estoy yo", "adelante, vas bien», «así se hace, estupendo», «no te preocupes, confía en mí». Y, entonces, estimulado y con una sonrisa, comenzará a caminar y verá que al final, en el extremo, se encuentran los brazos abiertos y protectores de sus padres. Las relaciones comerciales se basan en una confianza no defraudada. El buen comerciante lo sabe: un cliente descontento es un cliente perdido y además difundirá su malestar. A medio y largo plazo el engaño no es un buen negocio. La buena imagen de un establecimiento se logra cumpliendo lo prometido, respondiendo a las expectativas, no defraudando. La fidelidad del cliente se logra cuando se satisfacen sus necesidades. El sistema democrático está en crisis cuando los ciudadanos perciben que los dirigentes se preocupan de sus intereses particulares y de partido y no de procurar el bienestar general. La desconfianza en el pueblo vecino provoca que los países se armen, y cuando lo hace uno ya se sabe que el movimiento es siempre en espiral: cuanto más se arma un ejército más se arma el contrario. Cuando iniciamos una relación interpersonal no partimos de cero, el pasado nos influye. El que ha sido engañado anteriormente se acercará al otro con temor, quien ha vivido la honestidad establecerá relaciones más generosas. También es posible que el defraudado reaccione siendo especialmente cuidadoso y exigiendo, a los demás y a sí mismo, un comportamiento impecable. La confianza se gana y se pierde; mejor dicho, se gana poco a poco y se pierde con rapidez, y cuando se ha roto es difícil de reestablecer. La confianza hay que saber administrarla, y es necesario para ello invertir esfuerzo y tiempo.
Argentina: Hay un divorcio cada hora y media
17/9/2013 infobae
En Capital Federal se divorcia una pareja cada una hora y media, y un 70% de esos matrimonios que terminan llevan más de diez años de casados. El dato surge del reciente informe presentado por la Dirección General de Estadística y Censos porteña, que reveló que en el año 2012 hubo 5866 divorcios en Capital Federal, un promedio de 16 por día. Tampoco se detiene el crecimiento del número de divorcios en relación a los nuevos matrimonios, que continúan a la baja. Precisamente, el pasado año se inscribieron en el Registro Civil porteño para casarse apenas 12.677 parejas, casi la mitad de las que se anotaron en 1990, cuando hubo 21.966 matrimonios. Otro dato que sobresale es que el 91,5% de las personas implicadas en esos 5866 divorcios rompen su primer matrimonio, mientras que un 70% son parejas que llevan más de diez años de casadas.
En Capital Federal se divorcia una pareja cada una hora y media, y un 70% de esos matrimonios que terminan llevan más de diez años de casados. El dato surge del reciente informe presentado por la Dirección General de Estadística y Censos porteña, que reveló que en el año 2012 hubo 5866 divorcios en Capital Federal, un promedio de 16 por día. Tampoco se detiene el crecimiento del número de divorcios en relación a los nuevos matrimonios, que continúan a la baja. Precisamente, el pasado año se inscribieron en el Registro Civil porteño para casarse apenas 12.677 parejas, casi la mitad de las que se anotaron en 1990, cuando hubo 21.966 matrimonios. Otro dato que sobresale es que el 91,5% de las personas implicadas en esos 5866 divorcios rompen su primer matrimonio, mientras que un 70% son parejas que llevan más de diez años de casadas.
La infidelidad paterna afecta la fidelidad de los hijos varones
27/7/2013 lanacion.com.ar
Según los expertos, descubrir una doble vida de los padres puede llevar a repetir la conducta. Algo se quiebra: un contrato implícito o explícito, un pacto de exclusividad, especialmente en la cama, pero también en la vida. Es una traición cargada de transgresión que trasciende a los integrantes de la pareja e imprime sus ecos en los hijos. Las peores infidelidades son las que instalan duplicidad. Doble vida. Doble casa con familias paralelas. A pesar de la apertura actual, los hijos quedan en shock. Se incendia su mapa mental y emocional. Sienten la traición, que es ajena pero los atraviesa. Y tienen que remontar la confianza perdida. "Fidelidad e infidelidad son palabras que derivan de la palabra fe", bucea en la etimología el doctor en psicología Javier Camacho. "La confianza de las personas es la que más sale perjudicada: después de que una infidelidad es descubierta, la persona engañada tendrá dificultades en volver a creer. Una investigación de un equipo de la Universidad Charles, en la República Checa, encontró que la infidelidad paterna es un factor de riesgo de infidelidad en los hijos varones. El "gen de la infidelidad" también se expresó en la población estudiada por la doctora en psicología Ana Nogales. Los sentimientos contradictorios generan cortocircuitos afectivos importantes en el momento y dejan marcas que condicionan la vida emocional futura.
Según los expertos, descubrir una doble vida de los padres puede llevar a repetir la conducta. Algo se quiebra: un contrato implícito o explícito, un pacto de exclusividad, especialmente en la cama, pero también en la vida. Es una traición cargada de transgresión que trasciende a los integrantes de la pareja e imprime sus ecos en los hijos. Las peores infidelidades son las que instalan duplicidad. Doble vida. Doble casa con familias paralelas. A pesar de la apertura actual, los hijos quedan en shock. Se incendia su mapa mental y emocional. Sienten la traición, que es ajena pero los atraviesa. Y tienen que remontar la confianza perdida. "Fidelidad e infidelidad son palabras que derivan de la palabra fe", bucea en la etimología el doctor en psicología Javier Camacho. "La confianza de las personas es la que más sale perjudicada: después de que una infidelidad es descubierta, la persona engañada tendrá dificultades en volver a creer. Una investigación de un equipo de la Universidad Charles, en la República Checa, encontró que la infidelidad paterna es un factor de riesgo de infidelidad en los hijos varones. El "gen de la infidelidad" también se expresó en la población estudiada por la doctora en psicología Ana Nogales. Los sentimientos contradictorios generan cortocircuitos afectivos importantes en el momento y dejan marcas que condicionan la vida emocional futura.
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