jueves, 13 de diciembre de 2012

El secreto del contentamiento

El 'lujo' de ser pobre en Suiza
9/12/2012 infobae.com
Hay alarma en la Confederación Helvética porque uno de cada 10 habitantes está al borde de la marginación social. Sin embargo, desde Latinoamérica, llaman la atención los estándares de los excluidos. De acuerdo a los criterios helvéticos, actualmente, sobre una población total de 8 millones, 1 millón son pobres. En respuesta a esto, el gobierno federal anunció un Programa Nacional de Lucha contra la Pobreza pero, lo que ciertamente llama la atención son los altos estándares de lo que es considerado un ingreso mínimo vital social. “La pobreza en Suiza es una pobreza relativa. En un país rico es muy difícil decir que uno es pobre”. “En Suiza, la percepción de la ayuda social está ligada a una cierta estigmatización (y) a la vergüenza y al orgullo de poder satisfacer sus necesidades por sí mismo, incluso si la situación es difícil”. La
estimación de Cáritas es que más del 50% de las personas que están en condiciones de recibir ayuda estatal no la solicitan. En 2010 Suiza tenía 600.000 pobres es decir, personas con ingresos inferiores a unos 2.400 dólares por mes para un individuo solo y 4.282 dólares para un matrimonio con dos hijos menores de 14 años). Es pobre “la persona que no tiene los medios para adquirir los bienes y servicios necesarios para una vida social integrada”. Se habla de un “mínimo vital social”  y de que la persona que no lo alcanza padece de “privación material severa”, un concepto cuya aclaración es por demás interesante: “La tasa de privación material severa se define como la ausencia, por razones financieras, de al menos 3 elementos de los 9 de las siguientes áreas”, dice el organismo, que las detalla así: 1. capacidad de hacer frente a un gasto imprevisto de un monto de U$S 2000 2. capacidad de solventar una semana de vacaciones anuales fuera del domicilio 3. ausencia de retraso en pagos (cuota de un crédito, alquiler, servicios, mensualidades, etc) 4. capacidad para solventar una comida compuesta de carne o pescado una vez cada dos días por lo menos. 5. capacidad para calefaccionar convenientemente el domicilio 6. posesión de un lavarropas 7. posesión de un televisor a color 8. posesión de un teléfono. 9. posesión de un vehículo. La falta de 3 elementos de la lista anterior, determina que una persona se encuentre por debajo de lo que en Suiza se considera una existencia digna.

La pobreza y la Navidad
http://www.mundoculturalhispano.com/spip.php?article2610
Se acerca Navidad. Se aproximan días de consumo materialista. Serán, como todos los años, fechas de excesos para algunos y para otros, de carencias y necesidades. La mayoría vivirá las navidades en familia, entre celebraciones, cenas y regalos; con presupuesto notable, bienestar y confort. Si creíamos que la otra cara de la moneda -pobreza, insuficiencia, carencia, necesidad- es propia de países del marginal Tercer Mundo, estamos equivocados. No hace falta ir lejos para comprobar la miseria. Incluso en una sociedad de bienestar como la nuestra coexiste la pobreza de gravedad con la abundancia. Es precisamente en los entrañables días navideños -paradójicamente en torno a quien nació en un pobre pesebre y predicó la humildad, la caridad y la austeridad- mientras los corazones se nos abren o enternecen, cuando nos percatamos de la existencia de la cercana pobreza, pues durante el resto del año, embebidos en nuestros asuntos a ritmo de estres, apenas la notamos.  Las cifras son demasiado serias y preocupantes. El 19,9 % de la población española vive por debajo del umbral de pobreza relativa -según el Instituto Nacional de Estadística (INE) ¿cómo pasarán la Navidad estas personas? Los que más tienen, ¿contribuyen lo suficiente para reducir la pobreza? Nuestros políticos, ¿son totalmente conscientes y predican con ejemplo y aplican medidas? ¿El Estado del Bienestar se puede permitir tal contraste entre pobreza o carencia y abundancia o riqueza? 

El secreto del contentamiento
http://www.pensamientocristiano.com/Mes/200209.shtml
En el fondo, podemos resumir en dos las actitudes de las personas ante las circunstancias: por un lado, los que viven siempre insatisfechos, siempre con la queja en la boca y que acaban «bañados» de amargura. Por el contrario, en el otro polo encontramos la persona cuya reacción ante las circunstancias y los problemas es el contentamiento. Lo opuesto a la amargura no es la alegría -estar contento- sino el contentamiento: «he aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación». Enseguida nos surge la pregunta: ¿cuál es la clave para llegar a «aprender contentamiento»? La palabra original -autarkeia- nos da mucha luz sobre su significado: implica no depender de, estar por encima de las circunstancias; su énfasis está en la autonomía, en no quedar ligado a los acontecimientos o problemas. Estar contentado significa estar por encima de los eventos que nos ocurren sin quedar atrapados por ellos. Si hacemos depender nuestro ánimo por completo de las circunstancias diarias, nuestra vida se convertirá en un subibaja con bruscas oscilaciones desde la euforia a la oscuridad más cerrada. Porque como diría el médico suizo Paul Tournier, «lo que nos hace felices o desdichados no son las circunstancias, sino nuestra actitud ante ellas». Debemos entender que el contentamiento no es resignación o fatalismo, el «qué le vamos a hacer» o «no hay otro remedio» de muchas personas. El fatalismo nace de la convicción de que no podemos hacer nada para luchar contra nuestro destino. También hemos de evitar una connotación masoquista, pretender alegrarse en o por situaciones difíciles o incluso de sufrimiento. El contentamiento es inseparable de la confianza en un Dios personal que dirige cada paso de mi vida con un sentido y un propósito. Y esto conlleva una serenidad profunda en toda situación.

Depresión en Navidad
http://www.zacateks.com/2012/12/06/depresion-en-navidad/
Por extraño que pueda sonar, la temporada navideña es el periodo del año en el que se registra mayor número de suicidios y depresiones, por factores psicosociales y de carácter económico. Manuel González Oscoy, catedrático de la Facultad de Psicología de la UNAM, indicó que diversos estudios han demostrado que en la temporada navideña los casos de depresión y suicidios aumentan hasta 40%. “Aunque todos estamos propensos, se presenta mayor incidencia entre las mujeres; ellas son más susceptibles por los altibajos hormonales. Estudios internacionales demuestran que en el sexo femenino se duplica la proporción”, comentó. Las personas afectadas en esta temporada, explicó que suelen manifestar desde nostalgia permanente hasta tristeza profunda, causada en gran parte por el bombardeo publicitario y la presión social que impulsa a los individuos a desear una felicidad que no encuentran en el mundo real. Debemos recordar, que cada familia y cada persona vive la navidad de formas diferentes pero que lo importante de ella es que es una época que podemos aprovechar para disfrutar a nuestros seres queridos a menudo también puede suceder que nos dejemos llevar por la publicidad que trata de vendernos por todas partes y al estar todo ese ambiente tan alejado de nuestra realidad entremos en sentimientos negativos, es comprensible, a todos nos ha pasado alguna vez, pero echa mano de tus seres queridos y no te dejes llevar por los ataques de publicidad, lo importante es disfrutar de estos momentos con optimismo.

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