jueves, 13 de diciembre de 2012

El secreto del contentamiento

El 'lujo' de ser pobre en Suiza
9/12/2012 infobae.com
Hay alarma en la Confederación Helvética porque uno de cada 10 habitantes está al borde de la marginación social. Sin embargo, desde Latinoamérica, llaman la atención los estándares de los excluidos. De acuerdo a los criterios helvéticos, actualmente, sobre una población total de 8 millones, 1 millón son pobres. En respuesta a esto, el gobierno federal anunció un Programa Nacional de Lucha contra la Pobreza pero, lo que ciertamente llama la atención son los altos estándares de lo que es considerado un ingreso mínimo vital social. “La pobreza en Suiza es una pobreza relativa. En un país rico es muy difícil decir que uno es pobre”. “En Suiza, la percepción de la ayuda social está ligada a una cierta estigmatización (y) a la vergüenza y al orgullo de poder satisfacer sus necesidades por sí mismo, incluso si la situación es difícil”. La

La sociedad de los hijos huerfanos



Frases

“No puedo pensar en ninguna necesidad en la infancia tan fuerte como la necesidad de la protección de un padre”. Sigmund Freud

“El sueño del héroe, es ser grande en todas partes y pequeño al lado de su padre" Victor Hugo

“Bendito es el hombre que oye muchas voces tiernas llamándolo padre”. Lydia M. Child

“El niño no aprende lo que los mayores dicen, sino lo que ellos hacen”. Baden Powell

Los traumas de la niñez dejan una marca en el ADN
3/12/2012 elpaís.com.uy
Científicos del Instituto de Psiquiatría Max Planck en Munich, documentaron por primera vez que en individuos con determinada predisposición genética, el trauma causa cambios de largo plazo en el ADN que llevan a desregulaciones duraderas del sistema hormonal. Como resultado, los afectados se encuentran menos capaces de sobrellevar situaciones de tensión a lo largo de sus vidas. Con frecuencia, esto conlleva depresión, trastorno de estrés postraumático, o trastornos de ansiedad durante la adultez. Los doctores y científicos esperan que estos descubrimientos lleven a nuevas estrategias de tratamiento, y a un aumento de la conciencia pública sobre la importancia de proteger a los niños del trauma y sus consecuencias. "Dependiendo de la predisposición genética, el trauma de la niñez puede dejar marcas permanentes en el ADN. La consecuencia es una desregulación del sistema hormonal de la víctima, que puede finalmente llevar a enfermedades psiquiátricas", dijo una científica del instituto. Muchas enfermedades humanas surgen de la interacción de genes individuales, e influencias ambientales. Los eventos traumáticos, especialmente en la niñez, constituyen factores de alto riesgo para las enfermedades psiquiátricas. De todos modos, que las situaciones de tensión lleven a desórdenes psiquiátricos dependen en gran medida de la predisposición genética.  La tensión extrema y las altas concentraciones de hormonas asociadas al estrés, llevan a lo que se denomina cambio epigenético. Esto genera una alteración en el ADN que conlleva a un aumento de la actividad de un gen específico. Este cambio duradero es generado primariamente a través del trauma durante la niñez.











Efectos del abandono materno
http://www.cucurrucu.com/efectos-del-abandono-materno/index.html
La madre es la primera que asegura al niño los cuidados físicos y psíquicos necesarios para su evolución adecuada. Si las necesidades instintivas mínimas no se satisfacen el niño empezará a vivir en un estado de carencia y frustración, que le obligará a “buscar” defensas ante un mundo que experimenta como amenazante. Incluso por captar de manera emocional un rechazo antes del nacimiento. El rechazo prenatal es una fuente de actitudes de “abandono” que influirán en la personalidad del niño. En el lactante este sentimiento de abandono puede vivirse por no ser alimentado por la madre. Esto sucede porque el niño se separa de la madre antes de que llegue a sentirla como algo distinto-a-sí-mismo. La percepción de la madre como figura distinta-a-sí-mismo, ocurre entre los 4 y 8 meses, por lo que cualquier interrupción de la relación madre hijo-antes de ese periodo, tendrá repercusiones. Cuanto más temprano (en los primeros meses de vida) se interrumpa esta relación, peor será. Otros estudios han relacionado la influencia de una alimentación al pecho y una alimentación artificial con la aparición precoz del asma y de algunos tipos de ezcemas. Otro tipo de semicadencia puede sentirla el niño al incorporarlo precozmente a una institución de cuidados o pedagógica. Encontrar soluciones para esto no es nada fácil. Muchas veces se busca solución intentando compensar esta separación en las horas de contacto. Sin embargo, la hiperprotección que muchas madres crean al intentar compensar estas separaciones, provoca una reacción ansiosa y asume un valor de estrés sensorial. Con la relación inadecuada en los primeros momentos de vida del niño por no dar el amor que es necesario en ese momento, porque la relación madre-hijo no es la adecuada nos arriesgamos a la aparición de respuestas afectivas de tipo depresivo en el niño como fobias, obsesiones, inhibiciones, estados maníacos, alteraciones del sueño y de la alimentación, inestabilidad y aburrimiento.

El dolor del Rechazo
http://www.tiempodevictoria.com.ar/estudios/ayuda/11
Las relaciones conflictivas familiares no sanadas, no sólo hieren a la persona sino a todo el grupo familiar y más aún, serán como polo de atracción que permitirá la repetición de conductas conflictivas con la futura pareja y con los propios hijos. El rechazo puede ser: Manifiesto o encubierto. Algunas manifestaciones del rechazo manifiesto son: • Expresarle abiertamente que no fue deseado; Aún decir a veces, cuáles fueron los intentos de aborto. Por ej. Él vino “de rebote” o “por accidente” o para reemplazar la pérdida de otro hijo. • Expresar abiertamente que es inútil, o tonto, o que no se puede comparar con su/s otro/s hermano/s que son buenos, brillantes, exitosos. • Decir en toda ocasión posible que esperaban y deseaban un hijo de otro sexo. • Agresiones verbales y/o físicas que crean temor e inseguridad. • Rechazo manifiesto por una incapacidad del hijo. • Padres que abandonan el hogar y no tienen más contacto con el hijo. En cuanto al rechazo encubierto como lo expresamos: es más difícil de reconocer y enfrentar porque es más sutil, aunque igual de destructivo que el anterior. Algunas de sus manifestaciones: • Padres ausentes por actividades de interés personal. Influencia de la problemática actual de muchas horas de trabajo donde la ausencia es sentida como abandono y rechazo por parte del niño. • Sobreprotección. Actitud de los padres ante una discapacidad ya sea física o mental. Lo incapacita para enfrentar las exigencias de una vida adulta. Hacen todo por los hijos, confirmando así que el hijo es un inútil, incapaz. Problema del hijo único donde todos los afectos (amor, odio, exigencia, etc. etc.) son colocados sobre él. • El recibir amor está condicionado con lo que se hace u obtiene, no es amado por sí mismo, por lo que él es. Ante determinadas situaciones se “quita” el amor, la aceptación. • Padres sobreexigentes, rígidos, con disciplina muy estricta que el pequeño no entiende pues puede exceder a su capacidad de comprensión. • Padres muy permisivos, incapaces de poner límites adecuados lo que crea inseguridad. • Muerte de uno o ambos padres.

Consecuencias del rechazo
http://www.tiempodevictoria.com.ar/estudios/ayuda/11
Algunas de las consecuencias del rechazo vivido son: • Pobre concepto sobre sí mismo – Autodesvalorización – Sensación de incapacidad. • Sentir odio, desprecio por sí mismo, por su cuerpo, por lo que es.  • Desconfianza generalizada: si los papás lo rechazan, los demás también lo harán.
• Celos – Dudas – Culpa. • Timidez – Introversión – Tolerancia extrema con tal de sentirse aceptado. No sabe cómo decir “no”. • Extrema dependencia de otros, por ej. del novio/a. Posesivo de los demás. • Extrema sensibilidad para captar palabras o actitudes como agresiones hacia él. • Sensación de ser indigno de recibir, de lograr cosas. • A veces extroversión, intento de ser centro de cualquier manera -> ser importante. • Estados depresivos más o menos graves. • Fantasías y/o deseos de muerte y/o de suicidio • Dificultad para expresar sentimientos. A veces aislamiento emocional. • La seguridad interna del rechazo hace que actúe de tal manera que provoca esa reacción, lo que a su vez le confirma que no es aceptado. • Fracaso en lograr metas. Ej. Son eternos estudiantes. • Rebeldía -> delincuencia.• Dificultades en la identidad sexual -> fantasías, vivencias o relaciones homosexuales. • Problemas escolares. Problemas de aprendizaje. • Promiscuidad sexual. • Pueden ser aduladores o realizar críticas crueles que hieren a los demás. Rápido en condenar a otros. • Rencorosos, con gran dificultad para perdonar.• Dificultad para compartir, para ayudar o pedir ayuda. Les cuesta dar pero también recibir. • Obstinación: defienden una postura “a muerte”. • Perfeccionistas: detallistas, legalistas -> puede unirse a hipocresía • Irresponsabilidad. • Profundas vivencias de soledad, desamparo, desprotección.

Convertirnos en padres y madres de nuestros hijos
Extraido de “La sociedad de los hijos huerfanos” Por Sergio Sinay
Crear una vida, traerla al mundo es acaso el acto humano que requiere un más consciente, maduro y acabado ejercicio de la responsabilidad. Si responsabilidad es la facultad de responder (de cuerpo presente, con actitudes y acciones) ante las consecuencias de los propios actos, decisiones y elecciones, no puede estar más claro hasta qué punto esto es crucial cuando el fruto de ese acto, de esa elección y de esa decisión es un hijo. Todos los hijos son elegidos. Algunos desde el amor y la responsabilidad consciente. Otros desde el descuido, desde la desidia, desde la manipulación, desde el egoísmo o desde la más absoluta negligencia. No hay forma de no elegir, ni en éste ni en cualquier aspecto de la vida. Sólo los animales ignoran el sentido de sus actos. Estamos afortunadamente atrapados en las redes de la consciencia y, aunque apaguemos su luz, nunca podremos eliminar lo que ésta ilumina cuando se enciende. Somos libres porque elegimos, y elegimos aunque nos neguemos a aceptarlo y prefiramos transferir la responsabilidad. Sin embargo, la responsabilidad es siempre intransferible. Los hijos no vienen a este mundo a satisfacer a los padres, ni a cumplir deseos frustrados o postergados de éstos, ni a ser aplicados actores de guiones ajenos, ni a llenar vacíos existenciales de papá o mamá, ni a ser compañeros de padres solitarios, ni a convertirse en instrumentos funcionales de competencias o rivalidades que sus progenitores dirimen con quien fuere que lo hicieren, ni a ser compañeros de aventuras de sus papás y mamás, ni a dar lustre a un apellido o continuidad a una costumbre familiar. Los hijos vienen a cumplir un propósito único e intransferible, a desarrollar una vida propia, a convertir en actos las potencialidades que se encierran en su ser. Se dice que en la semilla está el árbol y que esa semilla sólo necesita un suelo fértil, riego y paciencia. En ella está todo lo que el árbol será. Los árboles que son los hijos necesitan no ser desvirtuados, ser atendidos, necesitan tutoría para crecer. Ni ser dejados al azar para que los destruya la primera tormenta, ni ser podados al punto de que la poda sea una mutilación. Somos los arcos para que nuestros hijos, flechas vivientes se lacen al espacio. Ser un arco es mantenerse firme. Sólo así la tensión del lanzamiento será la conveniente. Ser padres significa trabajar de padres. De lo contrario somos meros reproductores, condición que compartimos con conejos, o con cualquier ser viviente. No se trata sólo de inseminar, gestar y parir. Eso es lo más sencillo y lo que incita a la confusión. Creemos que lo “normal” y “natural” es ser padres. Es erróneo. Ser padres es, en cambio, convertirse en educadores, rectores, referentes, acompañantes, sostenedores, limitadores, legisladores. Sólo asumir con responsabilidad y consciencia la función parental puede hacer que los vínculos paternal y filial se transformen en relaciones de amor, de verdadero amor. Cuando los padres se sirven de un hijo ya sea a través de la manipulación, de la indiferencia, de la ausencia, de la adulación o del miedo, poco harán para construir el puente del amor y aunque los preceptos manden a ese hijo a respetar a sus padres, jamás podrán obligarlo a amarlos. Si no se acercan a su hijo para conocerlo de verdad, para tomar consciencia plena de su individualidad, para asistir de manera activa, protagónica, y al mismo tiempo objetiva, al desarrollo y la consagración de esa individualidad, poco habrán trabajado los padres para amar de veras a su hijo, para hacer del amor algo más que una declaración formal, confusa y obligada. Dos grandes interrogantes se presentan de una manera u otra a todos los padres: ¿Qué clase de ser humano quiero que sea mi hijo? y ¿Qué es lo que puedo hacer para lograrlo? Sus respuestas, como padres, significan la base de su diseño, su proyecto para hacer seres humanos…humanos. Todos los padres tienen respuestas a estas preguntas, ya sean claras, indefinidas o dudosas, pero las tienen”. Muchos padres y muchas madres dudan, temen, se ven rodeados de interrogantes que acaso jamás tendrán respuestas, pero lo hacen. Algunos de esos padres viven bajo el mismo techo, son la misma pareja que inició el viaje. Otros se han separado y aún así están presentes porque han entendido que las parejas se divorcian pero los padres jamás se separan de sus hijos cuando son conscientes de su función. Separados o juntos no es la cuestión y no puede ser una excusa. Se trata de estar con los hijos que se eligió traer a la vida. Y se trata de ayudarles a ser individuos plenos. El mayor logro de la maternidad y de la paternidad, la certificación indudable de que la misión ha sido bien cumplida consiste en dejar de ser necesitados por nuestros hijos, en que, habiendo alcanzado el desarrollo de sus propias condiciones e instrumentos, ellos vengan a nosotros por amor, simplemente para compartir y celebrar el encuentro, y no por necesidad, por incapacidad, por confusión emocional respecto del vínculo que nos une. Para alcanzar este logro antes debemos estar muy cerca, muy presentes, muy activos, muy decisivos. La suavidad y la firmeza sólo funcionan junto al compromiso. Cuando nos hacemos padres y madres, una nueva vida comienza para nosotros. El resto de nuestra vida. Tendremos todo ese tramo por delante para ejercer el compromiso y la responsabilidad, para darles forma y para construir el amor. Habrá idas y vueltas, habrá luz y penumbras, habrá errores y aciertos. Lo que no puede haber, definitivamente, es deserción, abdicación y ausencia. Cuando esto ocurre nos convertimos en gestores, encubridores y cómplices de un modelo social abyecto, obscenamente materialista, centrado en el egoísmo y en el beneficio a cualquier costo, vacío de sentido. Un modelo social que hoy se alimenta de una manera perversa de nuestros hijos. Esa es la sociedad de los hijos huérfanos. esos hijos viven la peor de las orfandades. Aquella en la cual sus padres están vivos. Padres vivos e hijos huérfanos es la peor ecuación imaginable. De nadie más que de nosotros, los adultos, los padres, depende cambiar este modelo para hacer de la relación entre padres e hijos, entre adultos y jóvenes, algo más que un accidente biológico. De nosotros depende, sin demoras y sin excusas, transformarla en una construcción de amor, de respeto y de sentido.